En la mayoría de las empresas, las mermas existen, pero pocas veces se discuten con la seriedad estratégica que merecen. Se asumen como “parte del negocio”, se esconden en los inventarios o se diluyen en el costo de ventas sin mayor análisis. El problema no es que las mermas ocurran —porque siempre ocurrirán—, sino la normalización de su impacto financiero y la ausencia de una gestión rigurosa. Desde una perspectiva financiera, las mermas no son un detalle operativo: son una señal directa de ineficiencia económica.
Hablar de mermas exige juicio crítico, tecnicismo contable y, sobre todo, reflexión gerencial.
¿Qué son las mermas?
La merma se define como la pérdida física o cuantitativa de bienes durante el proceso productivo, de almacenamiento o de comercialización. Puede deberse a evaporación, deterioro, caducidad, manipulación inadecuada o condiciones normales del proceso. A diferencia del desperdicio evitable por negligencia extrema, la merma suele estar “tolerada” dentro de ciertos rangos técnicos.
Sin embargo, desde el punto de vista financiero, toda merma representa consumo de recursos sin generación directa de ingresos. Materia prima comprada, almacenada y financiada que no se transforma en venta. Esto convierte a la merma en un enemigo silencioso del margen bruto.
El error frecuente está en mirarla solo como un fenómeno operativo. En realidad, la merma es un síntoma económico: revela fallas en procesos, controles, planeación de inventarios o incluso en la cultura organizacional frente al costo.
Tipos de merma
Desde la gestión financiera moderna, clasificar correctamente los tipos de mermas permite identificar si una pérdida es inherente al proceso, consecuencia de una falla operativa o resultado de una deficiente gestión administrativa. Esta distinción no es menor: de ella dependen el cálculo correcto del costo de producción, la determinación del margen real y la responsabilidad que cada área debe asumir dentro de la organización.
La siguiente tabla presenta los principales tipos de mermas, explicados desde un enfoque técnico, operativo y contable, con ejemplos prácticos y su respectivo tratamiento financiero. Su objetivo no es solo describirlas, sino servir como una herramienta de análisis para mejorar el control interno, optimizar costos y fortalecer la toma de decisiones estratégicas.
| Tipo de merma | Definición | Causa principal |
|---|---|---|
| Merma normal | Pérdida esperada e inherente al proceso productivo o de almacenamiento | Naturaleza del proceso y características del producto |
| Merma anormal | Pérdida no prevista ni aceptable dentro del proceso | Fallas operativas, errores humanos o mala gestión |
| Merma física | Disminución tangible y medible del inventario | Deterioro, manipulación o transporte |
| Merma técnica | Pérdida derivada de especificaciones técnicas del proceso | Diseño del proceso productivo o maquinaria |
| Merma por almacenamiento | Pérdida generada durante el resguardo del inventario | Condiciones inadecuadas de conservación |
| Merma por manipulación | Pérdida ocasionada durante el manejo del producto | Falta de protocolos o capacitación |
| Merma por caducidad | Pérdida por vencimiento del producto | Mala rotación o sobreinventario |
| Merma administrativa | Diferencia entre inventario físico y contable | Errores de registro o controles deficientes |
| Merma por obsolescencia | Pérdida por desactualización del producto | Cambios tecnológicos o de mercado |
| Merma por robo o siniestro | Pérdida causada por hechos externos o ilícitos | Falta de controles de seguridad o eventos fortuitos |
El control de las mermas, entre medir e incomodar el “así siempre fue”
Controlar las mermas no es solo medirlas, es incomodar al sistema. Implica aceptar que algo no está funcionando como debería. Por eso muchas organizaciones prefieren no profundizar demasiado.
Un control efectivo parte de la identificación clara de los tipos de merma: normal (esperada y técnicamente justificada) y anormal (excesiva, evitable o derivada de errores). Esta distinción es clave, porque no toda merma debe tratarse igual ni contablemente ni en la toma de decisiones.
El control financiero exige indicadores específicos: porcentaje de merma sobre consumo, impacto en el costo unitario, evolución histórica y comparación contra estándares técnicos. Cuando estos datos no existen, la empresa navega a ciegas. Peor aún, cuando existen pero no se analizan, se incurre en una falsa sensación de control.
Muchas empresas miden ventas con obsesión quirúrgica, pero toleran pérdidas internas con una ligereza sorprendente.
Tratamiento contable de las mermas
Desde el enfoque contable, el tratamiento de las mermas debe alinearse con su naturaleza. Las mermas normales forman parte del costo de producción o del costo de ventas. Se capitalizan en el inventario o se absorben en el proceso productivo, incrementando el costo unitario de los bienes buenos.
Las mermas anormales, en cambio, no deberían “esconderse” en el costo. Su correcta práctica contable exige reconocerlas como gasto del periodo, afectando directamente el resultado. Este punto es crítico y, en la práctica, frecuentemente ignorado.
Cuando una empresa incorpora mermas anormales al costo de inventarios, distorsiona sus márgenes, sobrevalora activos y maquilla ineficiencias operativas. Desde una perspectiva financiera y ética, esto no es una decisión neutra: es una forma de posponer el problema.
Un adecuado tratamiento contable de las mermas no solo cumple normas; ofrece información realista para la toma de decisiones estratégicas.
Impacto de las mermas en los costos
El impacto de las mermas en los costos va mucho más allá de la pérdida directa del insumo. Cada unidad que se pierde arrastra consigo costos indirectos: almacenamiento, financiamiento, mano de obra, energía y logística. El resultado es un efecto multiplicador sobre el costo unitario de los productos vendidos.
Además, las mermas afectan indicadores clave como el margen bruto, el EBITDA y la rotación de inventarios. En contextos de alta competencia o márgenes ajustados, pequeñas variaciones en el nivel de merma pueden marcar la diferencia entre rentabilidad y pérdida.
Aquí aparece una reflexión estratégica: muchas empresas buscan mejorar resultados subiendo precios o vendiendo más, cuando una reducción marginal de mermas podría generar el mismo efecto financiero con menor riesgo comercial.
Reflexión final: las mermas como termómetro de gestión
Las mermas no son solo un problema contable ni operativo; son un termómetro de la calidad de gestión. Una organización que conoce, mide y cuestiona sus mermas suele tener procesos más maduros, decisiones más informadas y mayor disciplina financiera.
Aceptar las mermas sin analizarlas es aceptar la pérdida como norma. Gestionarlas con rigor es convertir un problema silencioso en una oportunidad de mejora estructural. En un entorno donde cada punto porcentual de margen cuenta, ignorar las mermas no es un descuido: es una decisión costosa.
La verdadera pregunta no es si tu empresa tiene mermas. La pregunta es si las estás usando para aprender… o simplemente para perder dinero en silencio.
